domingo, 20 de noviembre de 2011

Dar el pecho es bueno para la salud de la madre.

Siempre lo han dicho los médicos, las matronas, las sociedades científicas, la Organización Mundial de la Salud, las abuelas Hasta algunas productoras de leche en polvo han reconocido en sus campañas publicitarias la superioridad de la lactancia natural frente a cualquier otra opción. Las ventajas para los bebes son,  las más evidentes, pero los pequeños no son los únicos que sacan provecho de esta costumbre ancestral.
Los resultados de uno de los estudios más grandes realizados en Estados Unidos, con más de 100.000 mujeres, señalan que las mujeres que dan el pecho a lo largo de su vida durante más de 23 meses tienen un 23% menos de riesgo de padecer una enfermedad coronaria.

Valiéndose del Estudio de la Salud de las Enfermeras, que comenzó en 1976 en Estados Unidos en la Facultad de Medicina de Harvard ha analizado la influencia de la lactancia sobre la salud cardiovascular femenina.

En el año 1986, cuando la participante más joven contaba con 40 años, todas ellas respondieron a un cuestionario sobre el tiempo total que habían empleado en su vida en amamantar a sus hijos. Según esto, establecieron seis categorías que iban desde ningún mes hasta más de 23 meses empleados en esta tarea. Después, recogieron la información sobre los casos de infarto de miocardio y los fallecimientos por problemas coronarios acaecidos entre ese mismo año y 2002, un total de 2.540.

De las casi 90.000 mujeres que tomaron parte en el análisis final, el 63% había amamantado alguna vez y el 1% lo había hecho durante más de 48 meses. Haber dado el pecho durante dos años o más equivalía a un riesgo cardiovascular un 23% más bajo, comparado con las mujeres que no habían practicado la lactancia natural.
Amplios beneficios sobre la salud de las mujeres

La mayor parte de estos factores influye en el riesgo cardiaco de modo que cabría esperar una atenuación de las posibilidades de sufrir una enfermedad cardiovascular asociada a la lactancia natural. Este trabajo, publicado en la revista ‘American Journal of Obstetrics and Gynecology‘, confirma esta hipótesis.

Entre los posibles mecanismos subyacentes a este efecto protector de la lactancia, los autores subrayan la  capacidad para alterar el metabolismo de los lípidos y la glucosa, la facilidad para movilizar los depósitos de grasa (especialmente la grasa más profunda) de las mujeres que amamantan y su posible acción a través de la regulación de las respuestas al estrés y se haya relacionado con un menor riesgo de diabetes (alrededor de un 15% por cada año de lactancia) y con un incremento de HDL, el llamado colesterol bueno.

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