domingo, 5 de febrero de 2012

Comer pescado en el embarazo mejorar la capacidad intelectual de los bebes.

Son conocidos los beneficios del pescado en la dieta, y especialmente en la dieta de la futura mamá. Según un estudio reciente de la Universidad de Granada, entre otras cosas, comer pescado en el embarazo mejorar la capacidad intelectual de los hijos.
Han observado que los nacidos de mujeres que consumieron más pescado durante el embarazo obtuvieron mejores resultados en las pruebas de inteligencia verbal, habilidades de motricidad fina y una mejor conducta prosocial.
Para ello han analizado los ácidos grasos de cadena larga de las series omega-3 y omega-6 en muestras de sangre de más de 2.000 mujeres a las 20 semanas del embarazo y del cordón umbilical de sus hijos en el momento de nacer. Han visto que hay una mayor contribución a la síntesis de ácidos grasos de cadena larga de la serie omega-6 por parte del feto de lo que se esperaba y que la cantidad de ácido docosahexaenoico (DHA) suministrada al feto por la madre a través de la placenta podría ser muy importante.
Por tanto, el consumo de pescado en el embarazo favorece el desarrollo cerebral del bebé, así como psicomotor y un mejor desarrollo de las habilidades sociales.
Los efectos de la ingesta de pescado en el embarazo en el rendimiento mental de los niños son indiscutibles, por tanto no puede faltar en la dieta de la embarazada, pero siempre con moderación y eligiendo las especies que presentan menor concentración de mercurio.
Los pescados más recomendables para las embarazadas son el atún blanco (y atún en lata), el salmón, las sardinas, los arenques, la caballa, boquerón o bocarte, salmonete, anguila, jurel o chicharro común, verdel, palometa, trucha marina, cazón, y en cuanto a pescados blancos: merluza, pescadilla, rape, cabracho, lenguado, gallo, bacalao fresco… Evitar el atún rojo y el pez espada, así como la panga y la perca por las altas dosis de mercurio detectadas en estas especies.

Vía.Universidad de Granada.

El corazón durante el embarazo

Todo el cuerpo de la mujer se transforma durante la gestación, y el corazón no es una excepción. Durante el periodo del embarazo, aumentan las demandas de trabajo para el corazón debido al incremento de volumen sanguíneo en el organismo de la mujer.
El gasto cardiaco (volumen de sangre que bombea el corazón por minuto) crece alrededor del 50%. Al final del embarazo el útero recibe la quinta parte del volumen sanguíneo total. Como consecuencia, la frecuencia cardiaca, el número de latidos por minuto, aumenta en reposo. Pasa de 60-70 pulsaciones/minuto a 80-90. La tensión arterial suele disminuir.
Todos estos cambios fisiológicos se producen para mantener la viabilidad del embarazo y el feto y exigen que el cuerpo de la mujer esté lo mejor preparado y lo más sano posible.
Generalmente, el corazón de la mujer está preparado para afrontar esta situación de cambios por lo que el corazón soporta bien esta sobrecarga, que incluso se cree que puede resultar beneficiosa, ya que los cambios cardiovasculares registrados durante la gestación se asemejan a los ocurridos en los deportistas.
El embarazo podría suponer una especie de entrenamiento tras el cual la mujer quedaría más preparada para resistir en el futuro situaciones perniciosas para el corazón.
Aunque en algunas ocasiones se pueden producir complicaciones como cardiopatías, cardiopatías congénitas o la rara enfermedad de la miocardiopatía periparto.
Para ayudar al buen funcionamiento del corazón durante el embarazo la mujer ha de controlar la tensión arterial, ya que existen mujeres que por naturaleza tienen la tensión alta de manera habitual.
Una vida tranquila, eliminar el estrés, hacer ejercicio moderado, reducir el consumo de sal y de grasas, evitar sustancias perjudiciales estimulantes como café y tabaco… son medidas que previenen un aumento de presión cardiaca y conseguirá que tu corazón funcione correctamente.